No tienes ni que esperar a Navidad ni a una fecha demasiado especial para poder probar este marisco que resulta ser el manjar de los manjares.
A las ostras se las consideran un producto riquísimo, a no todo el mundo le gusta su sabor intenso ni su textura viscosa. Pero si nunca has probado una, creemos que deberías intentarlo una vez en la vida para saber si te gustan o no.
Comer este molusco es bastante fácil, pero lo que realmente se vuelve complicado es abrirlas correctamente. Existen cuchillos especiales para ello, con una punta fina y corta y un mango que nos protege por si nos hacemos daño. Si no cuentas con un cuchillo así, usa una puntilla. Es también importante que uses un paño para agarrar a la ostra.
Para abrirla, debes colocar la parte plana de la ostra hacia arriba. Introduce el cuchillo en la zona más estrecha de entre las dos mitades. Ahí se localiza el músculo que permite que se abra y que se cierre. Es ahí cuando tienes que hacer palanca con el cuchillo hasta conseguir que se abra, levantando la parte plana y encontrando la carne del molusco en la parte cóncava.
Cuando la hayas conseguido abrir, puedes limpiarla si han caído rastros de concha o incluso arena que suelen tener por fuera. También puedes despegar la carne con cuidado para que te sea más fácil cuando vayas a probarla.
Te recomendamos ponerlas sobre una cama de hielo en el plato que ayudará a que se conserven frías y frescas. ¿Para tomarlas? Puedes hacerlo directamente o añadiendo un poco de limón por encima.
¡Qué aproveche!